En Memoria del Doctor Edgard Belfort Galvan: Impulsor de Esperanza y Trascendiendo en el Mundo del Asperger
Apenas unos meses han transcurrido desde la partida de mi amigo, el ilustre Doctor Edgard Belfort, siento el imperativo de compartir unas palabras que nacen desde lo más hondo de mi ser, como un modesto pero emotivo homenaje a lo que él me enseñó, y que, a mi parecer, podría convertirse en un legado invaluable para los colegas del campo del Autismo, para quienes vivimos con la condición de Asperger, y para todos los profesionales de la salud mental dispuestos a aprender de él.
Permítanme iniciar destacando la impecable trayectoria del Doctor Belfort. Su perfil brillaba por la vastedad de sus conocimientos; un erudito por excelencia, ocupó cargos de relevancia en asociaciones de psiquiatría tanto a nivel venezolano, como latinoamericano y mundial. No obstante, a pesar de su prestigiosa reputación, lo que siempre resaltaba era su carisma, humildad y sencillez, una característica notable.
Existe un estigma en torno a la psiquiatría, y el Doctor Belfort, en diversos encuentros médicos, siempre enfatizaba cómo esta disciplina es la que más interacción tiene con la esencia humana. Insistía que un psiquiatra debe estar preparado para comprender los dolores y sinsabores de sus pacientes, y estar a su lado a lo largo de diversas etapas de la vida, incluso hasta en la muerte.
En mi intercambio con el, era un hombre fraterno, amigable, empático, un excelente oyente, y poseedor de un magnífico sentido del humor que siempre lograba poner las cosas en perspectiva. Era un médico muy solicitado, querido profundamente por sus pacientes, lo cual se podía percibir simplemente al estar en la sala de espera.
A causa de mi condición de Asperger, siempre he rechazado el contacto físico, en especial los abrazos. Sin embargo, el Doctor Belfort tenía por costumbre despedirse con un abrazo, gesto que, con el paso del tiempo, me enseñó el poder curativo y positivo que estos pueden tener. Gracias a él, he aprendido a abrazar a quienes me rodean.
El Doctor Belfort tuvo un impacto positivo en mi vida, junto a un equipo de especialistas que me apoyó cuando sentí que había tocado fondo en mi vida. Gracias a él, acepté mi condición de Asperger y me ayudó a reconocer mi potencial. Aunque siempre fue modesto al decir que él y el equipo multidisciplinario, junto a mi familia, eran simplemente los que “empujaban el carro”, y que todo el mérito de mis logros era mío.
El Doctor me proporcionó una visión de lo que podía hacer con mi vida, en un momento en que todo parecía desmoronarse: personal, familiar, académico y laboralmente.
Cuando me trasladé a vivir a Colombia, el Doctor Belfort mantuvo la comunicación, siempre atento y animándome, como siempre lo hizo, cuando inicié con Asperger para Asperger. Sin duda, su pérdida es una gran desolación para su esposa, su familia y para mí personalmente, pero estoy convencido de que, por su compromiso y labor en el mundo, su espíritu se encuentra en un lugar especial en el Cielo.
Fue gracias a su apoyo inquebrantable que pude ganar perspectiva en momentos críticos de mi carrera y durante situaciones adversas. El Doctor Belfort me dotó de herramientas valiosas para afrontar el día a día.
Gracias, Doctor Edgard, por tanto. Su legado perdurará a través de ‘Asperger para Asperger’. Su influencia y enseñanzas seguirán resonando en cada uno de nosotros, una melodía de sabiduría y empatía que inspirará a generaciones venideras. Nos mantendrá firmes en mi misión y recordándonos, siempre, que no estamos solos en esta travesía, y que el auténtico poder yace en reconocer y abrazar nuestras singularidades.
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