Autismo con Responsabilidad
A lo largo de estos años he evidenciado la forma como los padres de niños y jóvenes con Autismo emprenden a partir del diagnóstico una carrera, no solo contra el tiempo, también contra todo lo que implica para la familia tener un hijo con esta condición.
Y en medio de ese imaginario colectivo que existe y del bombardeo de “desinformación” constante, te encuentras con preguntas como “¿este medicamento funciona?”, “¿cómo hago para que mi hijo hable?”, “mi hijo no duerme, ¿qué les funcionó para eso?”, “hay unas gotas XXX que me recomendaron y curan el Autismo”.
Lo preocupante no es que los padres nos hagamos ese tipo de cuestionamientos, pues es absolutamente normal y procedente ya que nos encontramos en un terreno completamente desconocido para nosotros; aquí lo realmente grave, inadmisible y hasta lesivo, es evidenciar que para muchos de estos interrogantes existen “personajes” que tienen una respuesta “mágica” que surge de manera automática, como si se tratara de un depredador esperando a que asome su presa.
De allí la necesidad imperante de que nosotros como padres nos pongamos en la tarea de estudiar, investigar, leer, pero sobre todo rodearnos de profesionales con gran trayectoria y amplio conocimiento en el tema.
Una vez que hemos iniciado el recorrido en el camino del Autismo adquirimos una responsabilidad adicional, no solo con nuestros hijos, también con la sociedad; es por esto que no podemos ser ni partícipes ni facilitadores de este tipo de ofertas mediáticas cuyo objetivo final no es otro más que engañar y sacar provecho a partir del dolor y el desespero de un padre.
En la mayoría de los casos se ve en los padres una necesidad casi frenética por encontrar una solución inmediata, radical y definitiva para el elevado número de sintomatologías que presenta el Autismo.
Y hoy quiero decirles a esos padres, con mis 16 años de experiencia como madre de dos adolescentes con Autismo y como psicóloga, tres principios que considero son los pilares que les permitirán realmente llevar un adecuado proceso y en esa misma medida obtener esos logros que muchas veces percibimos como inalcanzables.
El primero de ellos: “Esto no es una carrera, es una maratón, no corras desesperadamente por llegar a una sola meta, cuando en realidad tienes innumerables metas que alcanzar”. Dos: “Conviértete en el mejor de los expertos para llevar el proceso de tu hijo, no dejes en manos de otros una responsabilidad que te corresponde solo a ti”.
Y por último, pero no menos importante: “Fortalécete como persona y como ser humano, atiende tu salud mental, permite que un profesional en el tema te acompañe en tu proceso, puede sonar a cliché, pero aquí si que es cierto que “si tu estás bien, tu hijo también lo estará, porque nadie puede dar de lo que no posee”.